Prevenir, castigar, reparar: ¿cómo puede la justicia proteger nuestro planeta?
Minería ilegal, vertido de residuos en la naturaleza, deforestación, pesca ilegal y tráfico de especies protegidas... Los delitos contra el medio ambiente son devastadores para el planeta y ocupan el cuarto lugar entre las actividades delictivas del mundo, después del tráfico de drogas, la trata de seres humanos y la falsificación.[1] Estas actividades ilegales se suman al calentamiento global sin precedentes que, según el alarmante informe del IPCC de agosto de 2021, se está produciendo.
Frente a estas emergencias, la toma de conciencia de la dimensión global de los daños medioambientales y de su relación con todos los aspectos de la sociedad (economía, salud, desigualdades) ha llevado a la elaboración de numerosos convenios internacionales; la Comisión Europea se centra en una estrategia centrada en un "pacto verde" y las grandes reuniones internacionales, como las COP, intentan introducir medidas a escala mundial.
Sin embargo, para proteger eficazmente nuestro planeta y prevenir y castigar los delitos medioambientales, es esencial formar y coordinar a los actores de toda la cadena de justicia penal, desde los investigadores hasta los jueces, pasando por las administraciones públicas y los organismos especializados. Además de los profesionales, también son necesarias la sensibilización y la promoción del acceso a la justicia para que los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil puedan asumir estas cuestiones y obtener reparación a través de los tribunales.
¿Cómo puede funcionar la cooperación internacional para estructurar una justicia medioambiental sólida a diferentes escalas? ¿Qué herramientas y mecanismos pueden utilizarse para lograr una auténtica justicia medioambiental?
[1] Según Interpol y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/fr/qanda_21_6745